Hace muchos años, cuando me corría juventud por las venas hice un viaje donde conocí un montón de gente de todos lados. Entre esas personas había una española que un día de verano a las 3 de la tarde activó la vida con una ensalada que me dejó boquiabierta y por la que, obviamente, no daba ni 2 pé. Lo que los años se llevaron en energía me lo devolvieron en memoria y curiosidad. Después de 7 años, finalmente hice esta ensalada y qué pena no haberla hecho antes. No sean prejuiciosos y animense, que la combinación es excelentísima.
La versión original llevaba rúcula, queso roquefort (maiameee) y gajos de mandarina.
Yo la preparé con lo que tenía en casa:
rúcula, lechuga repollada, gajos de naranja y queso, todos los quesitos que tenía. Pero eso sí, cuanto más fuertes mejor, se realzan mucho los sabores.
Lo condimenté simplemente con un poquito de sal y un chorro casi invisible de aceite. Después solo queda disfrutar y ser feliz con todo el frescor de esta ensalada increíble y que claramente va a ser mi mejor amiga este verano.
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